sábado, 28 de noviembre de 2009

Comentario de Martin Rasskin

El futuro del cine español
“La ciudad de los signos”, de Samuel Alarcón, es un documental que gira en torno a una idea a la vez poética y turbadora, a saber, que las cosas que se han vivido con suficiente intensidad dejan una huella indeleble en los lugares que ocurrieron, modificando incluso la noción de espacio en el propio paisaje. En esta tesitura, Alarcón plantea, con una maestría y profundidad exquisitas –poco habituales incluso en cineastas que duplican generosamente su edad– la posibilidad de recuperar una suerte de “videofonías” en los lugares donde tuvieron lugar dichos acontecimientos.

Nos amamos con tanta intensidad que, pese a todo, aún te amo...

El material que utiliza el director invita a soñar: la Italia eterna, con el telón de fondo de una relación no sólo quemante, sino que pareciera haber surgido de la pluma de los mejores guionistas del siglo veinte.
Cuando Ingrid Bergman conoció la obra de Roberto Rosellini fue atravesada por un rayo. El mismo impulso suicida y homicida, la misma sed, la misma disposición a atravesar todos los desiertos.
Olvidando por completo su situación marital y el dedo acusador propio de una edad de chupacirios, la sueca no se lo pensó dos veces.

"Querido señor Rossellini: he visto sus películas Roma città aperta y Paisà y me han gustado mucho... Si necesita una actriz sueca que habla muy bien el inglés, que no ha olvidado su alemán, que chapurrea el francés y que en italiano sólo sabe decir ti amo, estoy decidida a venir a trabajar con usted".
Y, a velocidad de Gmail, Rossellini le contestó: "Su carta, que he leído con gran emoción, llegó el día de mi cumpleaños y ha sido el regalo más bello que he recibido".

Después se citaron para hablar del proyecto conjunto de Stromboli y el resto -Anna Karenina existe- es una historia que bien puede causar adicción al amour fou. Aunque ya se sabe que, si no se maneja con cuidado, no se pueden descartar los efectos secundarios. Anulación de la voluntad, suspensión de la racionalidad, visión de extraños mutantes materializados en forma de pariente y, en casos extremos, imbecilidad crónica.

De la mano de Bergman y Rossellini, Alarcón recorre los escenarios de Viaggio in Italia o Stromboli, desembocando en la Roma que aún cobija el espectro de Umberto D o la presencia inmarcesible de Mónica Vitti, diosa entre diosas.
La película se realizó con medios tecnológicos limitados pero utilizados de una forma inteligente. Puesto que se trata de superponer fragmentos del mejor cine europeo en blanco y negro dentro de los escenarios actuales, Alarcón y su equipo quemaron literalmente sus After Effects.
-Éramos varios amigos trabajando en casa y avanzábamos del orden de 4 segundos al día...- comenta Alarcón mientras le brillan los ojos.
Cuando la tecnología está en manos de quien corresponde, los límites dejan de existir.
No hay crisis del cine. Hay crisis de una materia que dicen -yo no la he visto- tiene color gris. Demasiado dinero en demasiadas pavadas.
Las reflexiones filosóficas sobre el espacio, las emociones, el tiempo, la fuerza del paisaje, el humor justo y brillante, hacen de esta realización un valor seguro en tiempos de nadametrajes.

Mención aparte para la banda sonora, obra de Eneko Vadillo, uno de los compositores jóvenes más brillantes de su generación, colaborador necesario y suficiente para llevar a buen puerto “La ciudad de los signos”.
Texturas elaboradísimas, cuartos de tono que contribuyen a realzar lo etéreo de las presencias, sonidos de flauta hábilmente deconstruidos... Todo ello con personalidad y un lenguaje propio patrimonio exclusivo de grandes maestros. Ni un solo acorde tonal. Ole. Igual que Bisbal...

Y todo a pulmón. Es sabido que los autores se acercaron a las impresionantes instalaciones tecnológicas que la Sgae tiene en CATA (calle Abdón Terradas, 3. Madrid), pensando que su idea podría ser apoyada por una institución supuestamente dedicada a fomentar la creación. Pero hete aquí que la Sgae tenía cosas mejores que hacer. Por el amor de Dios, todo el mundo sabe que cobrar los derechos de un festival benéfico a beneficio de un niño gravemente enfermo -¡y retractarse sólo cuando la prensa se hace eco de semejante burrada...!- supone un despliegue de energía enorme. Qué cosas tienes.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/SGAE/rectifica/asegura/devolvera/5629/euros/menor/enfermo/elpepucul/20090505elpepucul_5/Tes

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Con gente como Samuel Alarcón y Eneko Vadillo en activo no hay nada que temer en relación al futuro de la creación en España. El premio del público, otorgado en Documentamadrid 09, indica que, cuando puede elegir, la gente prefiere no comer alimentos en mal estado.

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